

Meditación en silencio compartido. Este último día es una invitación a simplemente sentarnos juntas en presencia plena. No hay nada que lograr, nada que cambiar, nada que mejorar. Solo estar. Solo permitirnos habitar este espacio interno que ya conocemos un poco mejor. Esta meditación final es silenciosa, compartida y profunda. Un momento para integrar, soltar expectativas y honrar el camino recorrido. Aquí no hacemos un repaso mental del proceso: lo encarnamos. Permitimos que el cuerpo, la respiración y la conciencia guarden esta experiencia como una semilla viva.